Altamira Crevea, Rafael

Fecha de nacimiento: 
10 de febrero de 1866
Lugar de nacimiento: 
Alicante
Fecha de fallecimiento: 
1 de junio de 1951
Lugar de fallecimiento: 
Ciudad de México (México)
Profesión: 
Profesor, abogado, historiador y juez
Militancia: 
Partido Republicano Centralista y Partido Liberal
Padres: 
José Altamira Moreno y Rafaela Crevea Cortés
Consorte: 
Pilar Redondo Tejerina
Hijos: 
Rafael, Pilar y Nela
Biografía: 

Alicantino de Oro  

 

Rafael Altamira Crevea nace en el seno de una familia burguesa media, cuyo padre era músico militar. Recibió una educación cristiana al uso de la época en el Colegio de San José Hijas de la Caridad. Tuvo de compañeros a Carlos Arniches, Joaquín Dicenta y Heliodoro Guillén, entre otros. Luego se examinó de Bachillerato en el Instituto Público.

Durante su infancia y adolescencia se aficionó apasionadamente a la lectura. Frecuentaba las escasas bibliotecas alicantinas y se solía gastar lo poco que tenía en libros. Sus primeros pinitos como escritor los realiza en un periódico juvenil llamado La Ilustración Alicantina. No llegó a publicarse, pero fue de gran importancia en pro de la madurez literaria de Rafael.

Estos primeros años de su vida coincidieron con una inestable etapa de muchos cambios en España. En 1973 se proclama la República, Alicante es sitiada militarmente y se reinstaura la Monarquía Borbónica en el 75. Todos estos acontecimientos marcan la visión que Rafael tiene de la política.

A los 16 años se traslada a Valencia para estudiar Derecho en la Universidad. Para Rafael fueron unos años de codearse con las grandes figuras culturales valencianas, como Azorín, Joaquín Sorolla, Teodoro Llorente, Francisco Giner de los Ríos y muchos otros. También coincidió con Vicente Blasco Ibáñez como compañero, con quien acabaría contrayendo una gran amistad. Escribió entonces sus primeras obras literarias: Cuentos de Levante y la novela Reposo.

Tras licenciarse, a los 20 años marcha a Madrid para realizar su tesis doctoral. 2 años después el ex-presidente de la República Nicolás Salmerón le ofrece un trabajo en la redacción de su periódico La Justicia del Partido Republicano Centralista, al poco tiempo se convirtió en el director de dicho diario.

Asentado definitivamente en la capital de España, obtiene el puesto de secretario del Museo de Instrucción Primaria (futuro Museo Pedagógico Nacional), dirige el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza y trabaja como abogado en el bufete de Salmerón. También dirigió su propia revista literaria.

En 1897 gana la Cátedra de Historia del Derecho en la Universidad de Oviedo. En la universidad asturiana coincide en el claustro con otros grandes intelectuales, como Clarín, Adolfo González Posada, Álvarez Buylla o Aniceto Sela Sampil. En el 90 empieza a escribir la que será considerada como la gran obra de su carrera “Historia de España y de la civilización española”, cuya realización le llevará 11 años.  Aún hoy en día se considera uno de los mejores y más brillantes estudios jamás realizados de la historia de nuestro país.

A los 33 años contrajo matrimonio con la leonesa Pilar Redondo en Oviedo. De este matrimonio nacieron sus 3 hijos: Rafael, Pilar y Nela.

En 1909 es escogido por unanimidad entre los profesores de la Universidad de Oviedo para realizar una gira por Sudamérica impartiendo conferencias. Visitó Argentina, Estados Unidos, Cuba, Uruguay, México, Perú y Chile impartiendo más de 300 charlas. Fue nombrado doctor honoris causa en las universidades de La Plata, Santiago de Chile, Lima y México.

A su vuelta es nombrado Hijo Predilecto de Alicante por el Ayuntamiento. También recibió los honores de “Hijo adoptivo” de las localidades de San Vicente del Raspeig, San Juan, Campello y Elche.

Deja la Universidad de Oviedo para trabajar como Inspector General de Enseñanza, y poco después Director General de Enseñanza Primaria. Desde su nuevo cargo impulsó una importante reforma de la educación básica en España, cuyos puntos básicos consistieron en mejorar la situación profesional de los maestros, abrir un Cuerpo Femenino inexistente hasta entonces, y mejoro las instalaciones y bibliografía de las escuelas.

Tras renunciar al cargo por cuestiones políticas, en 1914 es nombrado profesor del Instituto Diplomático y obtiene la Cátedra de Historia de Instituciones Políticas y Civiles de América en la Universidad de Madrid.  Ingresa en el Partido Liberal y es nombrado Senador en el 16.

De nuevo inmerso en el mundo universitario, inicia ahora su etapa más jurista, siempre en el campo de la diplomacia internacional. En 1919, es nombrado árbitro en el Tribunal de Litigios Mineros de París para solucionar las disputas entre Francia y España sobre las minas de Marruecos, y en el 20, es elegido miembro de la Comisión de Juristas encargada por el Consejo de la Sociedad de las Naciones de redactar el anteproyecto del Tribunal Permanente de Justicia Internacional.

En 1921, es nombrado uno de los diez jueces titulares del mismo, Comité de los Diez, cargo para el que posteriormente será reelegido durante otros dos mandatos consecutivos y que ocupa durante 19 años, cuando el Tribunal se ve obligado a suspender sus funciones.

Pese a su intensa actividad internacional durante estos años, no abandona su cátedra de Madrid, imparte sus clases y continúa sus publicaciones, especialmente sobre Derecho Internacional y pacifismo. En 1922, se le nombra académico de la Real Academia de la Historia. En 1923, es nombrado catedrático del Colegio de Francia en París. En 1924, es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Burdeos y en 1928 por la Universidad de París. En 1930, es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Cambridge. En 1931, es elegido Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid.

Como se puede apreciar, sus esfuerzos diplomáticos en pro de la paz no pasaron desapercibidos, e incluso llegó a ser propuesto para el Premio Nobel de la Paz en 1933.

Con algunos proyectos y obras relacionadas de nuevo con la historia de España a medio realizar, al estallar la Guerra Civil deja la universidad y establece su residencia en La Haya, ciudad sede del Tribunal Internacional del que era Juez Permanente. En el 37 también es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Nueva York.

Tras la invasión nazi de Holanda, Rafael se refugia en Bayona (Francia). Tras 4 años residiendo aquí se desplazó a Portugal, donde colaboró con la Universidad de Coimbra. Es invitado para dar un discurso en la Universidad neoyorquina de Columbia. Sin embargo su avión sufre una avería y se ven obligados a aterrizar en México DF. Finalmente, Rafael acaba decidiendo quedarse en el país azteca, donde también estaban exiliadas sus hijas.

En el momento de su llegada a México tenía ya 78 años. No obstante, sigue manteniéndose activo. Participa en diversas actividades del Gobierno de la República Española en el exilio y da cursos en la Universidad de Ciudad de México. El instito Panamericano de Geografía e Historia le otorga el primer “Premio de Historia de América” en 1947.

En el 51 de nuevo es propuesto para el Premio Nobel, pero queda descartado al fallecer justo ese mismo año.

Rafael Altamira es, sin lugar a duda, uno de los alicantinos más ilustres que jamás hubo. Escritor, periodista, abogado, profesor, historiador, diplomático y jurista. Altamira fue enormemente admirado por allá donde fue, ya fuera en universidades nacionales o extranjeras, instituciones de investigación o tribunales internacionales. Recibió decenas de reconocimientos que 2 veces estuvieron a punto de culminar en el Premio Nobel de la Paz. Precisamente sean quizás sus contribuciones a la paz la parte principal de su legado, sin menospreciar sus esenciales aportaciones a la historia, el derecho y a la educación de España, desde la más básica hasta la universitaria.

Actualmente una céntrica calle y un colegio de Alicante llevan su nombre.

 

FUENTES:

- “RAFAEL ALTAMIRA (1866-1951)”, homenaje del Instituto Gilalbert y de la Diputación de Alicante.

-Wikipedia


 

Rafael Altamira en su época universitaria (1886)

 Visita de Altamira a México (1911)

Retrato pintado por Sorolla (1913)

Altamira formando parte del Tribunal Internacional de Justicia

Altamira durante su etapa en Bayona (1943)

Última foto conocida de Altamira, en su exilio mexicano (1951)

 

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