Sempere Juan, Eusebio
Alicantino de Oro
Nace en el seno de una familia humilde. Su padre regentaba junto a su primo una pequeña fábrica de muñecas. Sempere empezó ya de niño a mostrar aptitudes por la plástica, a pesar de sufrir un defecto de visión en su ojo derecho.
No fue precisamente un gran estudiante. Tras la escuela, pasaba las tardes en la fábrica de su padre construyendo artefactos y pintando caricaturas, con los consecuentes cabreos de su padre. Con 13 años se muda a Alcoy para cursar estudios de Bachillerato.
En 1938, en plena Guerra Civil, roban a su familia a punta de pistola la fábrica, la casa y sus pertenencias, por lo que deciden trasladarse a Valencia. Aquí termina el Bachillerato y se apunta a la Escuela de Artes y Oficios. En 1941 empieza a estudiar Bellas Artes en la Escuela de San Carlos. Son años duros para Eusebio, que en plena Posguerra debe de compaginar los estudios con trabajar en el negocio familiar para ayudar a su padre. Su familia pasó épocas de hambre e incluso fueron frecuentemente vigilados por haber tenido afinidades republicanas.
En 1946 termina sus estudios de Bellas Artes. Permanece 2 años más en San Carlos para especializarse en grabado. Sempere nunca guardó un gran recuerdo de estos años de carrera en San Carlos, y en posteriores declaraciones siempre criticó a su profesorado, funcionamiento y corrupción. Debido a la época, la escuela estaba dirigida fundamentalmente a reconstruir el patrimonio perdido durante la guerra, por lo que chocaba frontalmente con el estilo modernista de Sempere.
Sin embargo, fue curiosamente un cura el profesor de San Carlos que más influyó a Eusebio con su estilo rompedor y vanguardista que rompía con el estilo clasicista de la Escuela, el padre Alfons Roig.
De esta primera época son algunas obras: “Retrato de mi madre”, “La madre del pintor”, “El macero” o “Concierto”.
Su vida da un vuelco en 1948 cuando el Sindicato Español Universitario le concede una beca para ampliar estudios en París, la capital artística mundial.
En la ciudad parisina conoce a algunos de los pintores más influyentes del momento. En sus primeras obras se inspira en grandes artistas como Henir Matisse, Wassily Kandinsky, Robert Delaunay o Joan Miró, al mismo tiempo que hace amistad personal con los pintores españoles Eduardo Chillida y Pablo Palazuelo. En 1949 regresa brevemente a Valencia para realizar su primera exposición individual en la Sala Mateu.
La exposición, aunque hoy en día es considerada como una de las primeras introducciones del arte morderno en España, en aquel momento causó bastante desconcierto en el público y en la prensa valenciana. El propio Sempere acabó destruyendo aquellas obras.
A partir de finales de este año se establece definitivamente en París, donde su estilo es mucho más comprendido y admirado. No obstante, en sus primeros años tuvo que ejercer diversos oficios para salir adelante poco relacionados con la pintura, como pegar carteles o franquear envíos de publicidad.
Poco a poco va entrando en los círculos artísticos parisinos. Contrae amistad con artistas de la talla de Georges Braque, Arp, Nina Kandinsky o Auguste Herbin, quien le introduce en el Salon des Realités Nouvelles, donde realiza diversas exposiciones conjuntas a otros pintores.
Toma contacto con Denise René, un afamado galerista al que estuvo durante años vinculado junto a otros artistas que le influenciaron enormemente, como los húngaros Victor Vasarely y Nicolas Schoffer o el venezolano Jesús Rafael Soto.
De esta época data su famoso conjunto de más de un centenar de gouaches o su obra Estudio del cuadrado. No obstante, cabe destacar que durante su estancia en la capital francesa pasó muchos periodos de miseria y trabajo deslomado.
Desde París, Sempere intentó en repetidas ocasiones contribuir a la difusión en España del arte moderno internacional. Trató que en Madrid o en Valencia se hicieran exposiciones de los artistas de Denise René, no obstante no tuvo ninguna respuesta positiva. Sin embargo, con mucha lentitud, la nueva vanguardia artística se va introduciendo en España y Sempere se plantea cada vez más un retorno a su patria.
En 1960 establece su residencia en Madrid junto con su amigo y socio Abel Martín. Esta vez es mucho mejor acogido que en su anterior estancia en España y puede desarrollar su arte. Participa en importantes exposiciones tanto en España como en el extranjero: Venecia (1960), Sao Paulo (1961) y el Moma de Nueva York (1965).
Durante los siguientes años estuvo muy vinculado a algunos artistas y galeristas conquenses, lo que le vale ser nombrado en el 66 como conservador honorario del nuevo Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca. Junto a su socio Abel una gran labor de difusión de la obra gráfica en España, en gran parte gracias a su desarrollo de la técnica de la serigrafía, muy poco avanzada en el país ibérico.
A mediados de los 60 va centrándose cada vez más en su pujante carrera artística dejando plenamente a cargo de Abel Martín la labor de estampado. De este periodo fueron célebres las obras Las Cuatro Estaciones y Línea Ondulante.
Fue la exposición individual en la Galería Juana de Madrid la que marca su despegue definitivo como artista reconocido en todo el ámbito nacional. Deja atrás Cuenca y fija su residencia permanente de nuevo en Madrid. Inicia un periodo dominado por la experimentalidad, en el que alterna la pintura y escultura con su participación en proyectos del más amplio espectro, como la investigación de las relaciones entre el arte y la ciencia en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, el diseño del puente de la Castellana o la creación, junto a José Antonio Fernández Ordóñez del Museo de escultura al aire libre de Madrid.
También tiene sus primeros contactos artísticos con la ciudad de Alicante, sobretodo cuando en el 66 la CAM le organiza una exposición personalizada a su nombre. Sería la primera de muchas.
Algunas de sus obras más significativas de estos finales de los 60, principios de los 70 son: Granada, Album Nayar, Carpeta de Cuenca o Libro Alarma. También algunas esculturas realizadas en el taller “Arju” de Juan Centera, como Latido.
También mostró intereses por otras artes, destacando sus frecuentes visitas a las actividades y conciertos de ALEA, el primer laboratorio español de música electroacústica. También dirigió la escenografía de la obra El Verano en el Valle Inclán de Madrid e incluso trrabajó para TVE en 2 ocasiones: una diseñando el escenario del Festival de la OTI y la otra para el programa Trazos. Revista de Arte.
A pesar de no haber residido nunca en Alicante de manera permanente, Sempere siempre le guardó un afecto especial a la ciudad. Hacia mediados de los 70 se propone abrir un museo que sea vanguardia en arte moderno en todo el país y ofrece la idea al Ayuntamiento de Alicante. En 1976 se acepta su propuesta por unanimidad de todos los concejales. El Ayuntamiento propone que sea en el Castillo de Santa Bárbara, pero Sempere (quien ya contaba con dilatada experiencia en dirigir museos tras sus trabajos en Cuenca y Madrid) convence al Consistorio para que sea en la Casa de La Asegurada.
Desinteresadamente, decide donar toda su colección privada de arte contemporáneo a la ciudad, al mismo tiempo que trabaja para conseguir obras de importantes artistas como de Joan Miró, Juan Gris, Calder, Arp, George Braque, Julio González, César Manrique, etc. Incluso pone dinero de su propio bolsillo para conseguir alguna de estas obras, o las intercambia por cuadros suyos. En ocasiones, incluso por futuros cuadros que aún estaban por pintar. En una carta dirigida al entonces teniente de alcalde Ambrosio Luciáñez, se puede constatar que su ambición no era otra que constituir en Alicante el mejor museo de arte moderno del país.
Hacia principios del 77 va ultimando los detalles para la apertura del nuevo museo. En otra carta conservada al ya alcalde Ambrosio Luciáñez le envía diapositivas y esbozos de carteles. En otras correspondencias le adjunta un boceto de la señalética exterior, los materiales, las medidas adecuadas para su apertura, etc. Su implicación es tan grande, que en una de las cartas incluso le confiesa no poder dormir y estar realmente agotado.
También trabaja codo con codo con los galeristas Paco Pastor y Gonzalo Fortea para ultimar cada detalle. Todos sus esfuerzos al fin ven la luz un 5 de noviembre de 1977, día de la inauguración del Museo de La Asegurada (actual MACA). La mayoría de los discursos de inauguración los acaparan los políticos del momento, como el alcalde o el Ministro de Cultura Pío Cabanillas. No obstante Sempere, que siempre huye de los protagonismos, es por todos reconocido por su inmenso trabajo y altruismo. El pintor acaba finalmente haciendo unas breves pero emotivas declaraciones: “Es el acontecimiento más importante de mi vida. Hoy me siento como si hubiera tenido un hijo. He muerto un poquito en mi casa y he resucitado en Alicante”
Dado su impagable esfuerzo, el alcalde le propuso ser declarado “Hijo adoptivo de Alicante”. No obstante, Sempere consideró que dicho honor era “demasiado”.
Pero pronto la política y poderes externos a él se interponen en su sueño. Ya desde el mismo año de la apertura en 1977 se forma una polémica en Alicante al descubrirse que el Ayuntamiento había ocultado a los ciudadanos que en una de las cláusulas de donaciones Sempere se reservaba la propiedad de 5 obras. Dado al inmenso esfuerzo económico y desinteresado que el pintor onilense tuvo que hacer para conseguir reunir tantas obras artísiticas al Museo, convino razonable no renunciar a la propiedad de 5, para asegurarse no caer en la pobreza, hasta el día de su fallecimiento que pasarían automáticamente a pertenecer a la ciudad de Alicante. No obstante, el inexplicable ocultamiento del Ayuntamiento, puso al pintor en el centro de la sospecha.
Sempere se vio forzado a aclarar públicamente que la inclusión de esta cláusula había sido en recomendación de su propio psiquiatra, ya que padecía una dolencia psíquica a volver a sufrir la pobreza que padeció durante la mayor parte de su vida.
Pero lo que más desespera al pintor era la lentitud y pereza burocrática del Ayuntamiento en aras de promocionar y apoyar el nuevo museo. Para fomentar el aparente escaso interés del Consistorio por la cultura, Eusebio decide realiza una carpeta personalizada en el escritor alicantino Gabriel Miró, a modo de homenaje personal a Alicante junto a su inseparable compañero Abel Martín, que será presentada en la Galería Italia. Al mismo tiempo, elabora el diseño del nuevo pavimiento de la Avenida Oscar Esplá y realiza la escultura “Como una estrella” que donará también a la ciudad, situándose en la plaza del Portal de Elche.
Además, al fin admite ser nombrado como “Hijo Predilecto” en un emotivo acto público.
Con estos actos, Eusebio consigue el efecto deseado. Muchos artistas como Baltasar Lobo, Santoja, Julio López Hernández o Alberto Sánchez entre otros, se animan a imitar el gesto de Sempere, y ofrecen al Ayuntamiento esculturas de su obra para que sean expuestas a lo largo de la ciudad. No obstante, el gobierno local rechaza estas donaciones ya que, a pesar de que se trataban de regalos, considera que los costes de ejecución son demasiado elevados.
Eusebio se encuentra cada vez más molesto y desconsolado ante la actitud del Ayuntamiento y el estancamiento al que se está abocando al museo. Dentro de sus posibilidades hace todo lo que puede, incluso financia algunas adquisiciones más como la pieza en bronce Kiki de Montparnasse del escultor Pablo Gargallo. Sabe que la colección conseguida tiene nivel de sobra para conseguir el premio del Consejo de Europa y pide al Consistorio la elaboración de un simple catálogo para enviar la candidatura. No obstante, no recibe respuesta.
Tampoco se crea un Patronato del museo a pesar de sus peticiones, ni tan siquiera se colocan carteles de promoción en las entradas de la ciudad.
A pesar de todos las piedras en el camino, Sempere siempre se mostró agradecido a Luciáñez por haber hecho posible su sueño de un museo de arte moderno en Alicante.
Pero en 1979 hay relevo en el Ayuntamiento, y Lassaletta llega a la alcaldía. El nuevo alcalde, lejos de cambiar el rumbo, se preocupa más de revisar las cláusulas de donaciones que de promocionar e impulsar el museo.
Sempere por su parte, ajeno a las cuestiones de la política, sigue trabajando en conseguir nuevas obras, como unos grabados de Picasso y de Miró. En 1980 recibe la medalla de oro de Bellas Artes de parte del Rey Juan Carlos I.
Pero Lassaletta paraliza la exposición de las obras de Miró, sin alegar motivo alguno. Sempere se encoleriza y declara en la prensa su incomprensión hacia que se utilice el Museo de la Asegurada como arma de confrontaciones políticas. Gracias a estas declaraciones el artista consigue hacer recular al alcalde y la exposición se celebra. Pero no cambia su actitud, y 4 años después de su inauguración, el Museo subsiste como un almacén de obras de arte hibernado. Su propio director Paco Pastor acabaría por presentar su dimisión, harto de las fricciones políticas. En unas declaraciones asegura que “no hay presupuesto ni para bombillas”.
Las inquietudes y desvelos de Sempere hacia la colección alicantina no cesarán durante el resto de su vida, causándole en ocasiones profundas crisis y disgustos que incluso repercuten en su ya delicada y frágil salud. Todo por su frustrada voluntad de conseguir que La Asegurada fuera un “museo vivo de nuestro tiempo”.
Durante 1982 sufrió una angustiosa poliomelitis que le dejó prácticamente sin poder caminar durante meses. Afortunadamente su salud mejoró y se le dedicaron algunos emotivos homenajes y reconocimientos por parte del Museo de Arte de Madrid, del Banco Exterior de España, de la Diputación de Valencia el premio “Alfons Roig” del propio Museo de La Asegurada e incluso la Diputación le nombró también “Hijo predilecto de la provincia de Alicante”, otorgándole también una Medalla de Oro.
Pero sin duda, el más grande de los reconocimientos le llega cuando el 8 de octubre de 1983 el Príncipe Felipe le concede el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Sus pretensiones de dotar al Museo de personal especializado, ampliaciones, catálogos a la altura, medios audiovisuales y una promoción a la altura de la colección nunca se vieron cumplidas. El propio concejal de cultura del gobierno de Lassaletta, J. A. Martínez Bernicola, declaró en una ocasión que la cultura era un problema “de segundo plano”. Resultado de ello, se descuido incluso la limpieza del museo, así como el mantenimiento de sus obras y su deterioro ante la humedad de la instalación. El entonces funcionario municipal y encargado del cuidado del museo Mario López se hartó de elaborar informes acerca del deplorable estado del establecimiento, pero fueron sistemáticamente archivados por el Ayuntamiento.
Durante sus últimos años Sempere se ve postrado a una silla de ruedas. Aún así no le impide seguir con su labor en pro del arte, y en 1983 regala a su pueblo natal Onil un Monumento a la muñeca, dedicado a los artesanos de la industria del juguete, el oficio de su padre.
Al año siguiente recibe el que será su último gran reconocimiento cuando es envestido como primer doctor “honoris causa” de la Universidad de Alicante. El anciano artista declara estar tan emocionado como en la inauguración del Museo de la Asegurada. Pocos días despúes es nombrado “Hijo predilecto” de Onil y se inaugura un busto en su honor. También el Banco de Alicante le homenajea entregándole una colección de medallas acuñadas con sus propias obras.
El 10 de abril de 1985 Eusebio Sempere Juan muere tras años de enfermedad en Onil. Por voluntad propia del artista, sus restos son trasladados y enterrados en el Monasterio de la Santa Faz, y su obra pasa a pertenecer en su totalidad a la ciudad de Alicante.
OBRAS PINTADAS
FUENTES:
- “EUSEBIO SEMPERE. UNA ANTOLOGÍA 1953-1981”. Pablo Ramírez, Juan Manuel Bonet, Alfonso de la Torre, Antonio Fernández García y Dionisio Gázquez Méndez.
- Wikipedia