Durante la Segunda Guerra Mundial el dictador alemán Adolf Hitler presionó a su homónimo español Francisco Franco para que España entrara en el conflicto bélico apoyando a Alemania.

Una de las iniciativas que realizó el gobierno nazi fue la de enviar en 1941 un nutrido grupo de representantes de las Juventudes Hitlerianas para que dieran una imagen positiva, amigable y cultural del Tercer Reich. Principalmente la misión de estos jóvenes era la de transmitir la sensación de que las potencias del Eje estaban ganando la guerra.

Los jóvenes nazis se desplazaron por varias ciudades de España. En el caso de Alicante acudieron solo chicas de las Juventudes Hitlerianas Femeninas, que llegaron a la ciudad el 16 de mayo de 1941. Fueron recibidas a su llegada en el Puerto por el cónsul alemán Hans Joachim Kindler von Knobloch, el cónsul italiano Luigi Corno y varias autoridades locales. Se alojaron en la sede de la Sección Femenina.

Al día siguiente visitaron Benidorm y Calpe. A su regreso a Alicante, fueron recibidas en el Ayuntamiento. Al final de la tarde protagonizaron un concierto folclórico (foto) en la Plaza del Teniente Luciáñez (actualmente llamado Paseíto de Ramiro) donde deleitaron a los presentes con varios bailes y cánticos regionales alemanes.

El día 18 las jóvenes alemanas conocieron el lugar donde estuvo prisionero José Antonio Primo de Rivera, cuya tumba también visitaron días más tarde en Madrid. Tras ser recibidas con un vino de honor en la Diputación, se desplazaron al Club de Regatas desde donde disfrutaron de un paseo por el Puerto alicantino en canoa.

Durante los siguientes 2 días conocieron Elche, Orihuela y Alcoy. Se marcharon en tren desde la Estación en dirección Madrid el día 21 de mayo, no sin antes ofrecerlas un último cóctel de despedida en el Casino.

Conforme el devenir de la Segunda Guerra Mundial se fue volviendo más favorable para los aliados, el régimen nazi disminuyó este tipo de iniciativas internacionales. El gobierno de Franco no solo nunca decidió que España participara oficialmente en la guerra, sino que incluso fue minimizando las relaciones diplomáticas con Alemania conforme las tropas nazis iban retrociendo cada vez más en sus frentes.

El propio cónsul von Knobloch (quien llegó a tener una plaza dedicada a su nombre en Alicante, la actual Puerta del Mar) perdió todos sus cargos políticos tras la caída del régimen nazi, y se mudó a Cádiz donde montó un camping.